Ruta Ausangate: la carta de un andariego atormentado por el clima
Agotado y harto de las contradicciones climatológicas, un caminante decide expresar su fastidio redactando una carta abierta a las pampas, punas y montañas del Perú. Con esta inusual y, por qué no, disparataba misiva, iniciamos una serie de publicaciones sobre la ruta del Apu Ausangate.
Por intermedio de la presente me dirijo a ustedes con el propósito de hacerles llegar una sugerencia, sí, una modesta sugerencia. Lo repito para que no quepa ninguna duda sobre mis intenciones. Estas no son ni pretenden ser una queja o recriminación, menos aún un abusivo jalón de orejas.
Mi propósito no es perturbarlos ni irritarlos. Sus furias y berrinches son legendarios, además de implacables. Nadie se salva de ellos. Si hasta el mismísimo hijo del sol fue castigado con severidad por dársela de austero con la coquita a la hora de hacer una ofrenda.
Eso me lo contaron en Huánuco, en el Inca Naani, cuando empezaba a recorrer los caminos. Así que tendría que ser excesivamente tonto para intentar siquiera una velada recriminación, aunque, a decir verdad, muchos ya pensarán que sí lo soy, por el hecho de redactar estas líneas que se extienden, se alargan y hasta se enredan sin mencionar por ningún lado cuál es la tan anunciada sugerencia.
Lo peor de todo es que a estas alturas, es muy probable de que sean ustedes -pampas, punas y montañas del Perú- las que quieran darme una sugerencia o tirón de orejas, para que deje de dar vueltas y vueltas como un caminante extraviado. Ojalá nomás que su fastidio no los incite a vengarse de mí, la próxima vez que me encuentre en sus dominios, algo que suelo hacer con cierta frecuencia.
No lo digo por ufanarme ni por dármelas de conocedor o gran viajero. Si menciono aquí mis trajines, es porque estas líneas tienen su origen en situaciones vividas enmis travesías como modesto trotaperú. Precisamente, una de esas experiencias es la que contaré a continuación.
Pero, antes de empezar o 'reempezar', permítanme decirles que esta no es una historia antigua. Todo lo contrario, ocurrió hace algunas horas nada más, cuando de madrugada emprendí desde el Anantapata Tambo de Andean Lodges, mi cuarta jornada de bruma y cielo despejado, de lluvia y granizo golpeador, de nieve y viento huracanado en el territorio del Apu Ausangate (Canchis, Cusco).
Y fueron esos cambios bruscos que no son los primeros y sospecho no serán los últimos en mis afanes de aprendiz de chasqui, los que me llevaron a preguntarme: por qué tanta indecisión y sinuosidades en las condiciones meteorológicas, queridas y respetadas pampas, punas y montañas del Perú.
Acaso no basta con las dificultades propias de los recorridos pedestres. No les parece suficiente desafío que uno se sienta perseguido por la sombra del soroche o tenga que remontar estoicamente esas abras pretenciosas que le hacen cosquillas a las nubes. Y, lo que es peor aún, que todo ese esfuerzo parezca en vano, porque ni bien uno llega a lo más alto, tiene que empezar a bajar todo lo ascendido, dando pasos de equilibrista en un sendero tritura rodillas.
Ante tantas complicaciones, no sería mejor que ustedes se pongan de acuerdo con todos las fuerzas de la naturaleza, para que las mañanas sean siempre tibiecitas, soleadas, amigables y, recién al final de la tarde, cuando uno ya está a buen recaudo, el cielo se venga abajo entre relámpagos y truenos, mientras la fría persistencia de la nieve convierte el ralo verdor de la altura en una sábana de impoluta blancura.
Cuántas veces ha ocurrido –y ustedes lo saben mejor que nadie- que el viajero se lanza a su aventura con escaso abrigo, creidísimo de que ese brillante, peroengañoso sol mañanero lo acompañará durante toda su ruta; y, cuántas veces también, ustedes se han dado maña para que ese resplandor se opaque, dándole al ahora entumecido forastero una lección que jamás olvidará.
Por qué lo hacen, qué les cuesta dejarlo disfrutar, qué los obliga a mostrar su poderío, por qué no muestran una pizca de piedad con los impenitentes andariegos.
¿Es acaso un castigo porque no colocó su piedrita en la apacheta ni les ofrendó tres hojitas de coca? ¿Es su venganza por el daño que la humanidad le está haciendo a las pampas, punas, y montañas, en fin, al mundo entero?; o, lo que sería peor aún,¿es su particular y hasta perversa forma de divertirse?
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